jueves, 3 de junio de 2010

Josep Pla o la poesía que no existe



                                                        Versos del retour d'age

La poesía tiene una cosa molesta: la rima, la musiquilla, la música externa, la persistente y pesada musiquilla. Recitada en público, es tan afectada que no se puede aguantar. Si es larga, su monotonía es pedantesca. Los viejos orientales, que, por ser tan refinados, tenían sentido del ridículo, escribieron cortísimo.
La vida parece larga, los instantes tienen una fugacidad terrible.

Pretender que el entramado de la vida quepa en un alejandrino es pura necedad, pueril, temeraria y grotesca.
La expresión, las lenguas, tienen un espíritu habitual para comer, beber, sufrir e ir tirando, y un espíritu más ambicioso que observa y medita y aproxima las cosas que llegan a los sentidos imprecisos. Disparas sobre un vuelo de pájaros y apenas alcanzas a uno. Esta es la grande, prodigiosa, insatisfactoria poesía. Dentro de la limitación infranqueable de la vida, la poesía es una actividad mental que tiene cierto relieve. Ya lo escribió Rainer María Rilke: la poesía es experiencia; y Wordsworth: la poesía es una emoción recordada en la calma. Escríbanla astutamente. No se desquicien. La inspiración no sirve para nada.
Los hombres y las mujeres pueden llegar, como máximo, a establecer comparaciones, a imitarla vagamente, a acercarse, a arrimarse, como decían los antiguos.

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