Ernesto
Pre-Textos

El autor del manuscrito es Umberto Saba, poeta, que gracias a su sacrificio podría considerarse cercano a la santidad. Y a este trabajo ha dedicado los días de su vejez, ya cercanos a la muerte: cuando su sacrificio se convertía para él en tragedia, y para los demás en pureza absoluta. De esta manera queda expresado el valor de estas páginas; aunque es fácil presagiar los comentarios miserables con que se verán acogidas: recibiendo, obviamente, de una oposición de tan baja especie, la confirmación de su calidad. Allí se narran las primeras experiencias eróticas (amorosas) de un muchacho: las cuales se inician, por casualidad, con una de esas relaciones que, aunque son reales, humanas, y por lo tanto naturales, la superstición, en su caso, considera tabú. El muchacho de Saba, de una manera natural, es inmune a ciertos tabúes responsables de transformar las realidades de la naturaleza en monstruos absurdos y delictivos. Y mientras que para algunos, contaminados por los tabúes, semejante experiencia podría transformarse en una determinación irreal (podría convertirlos en esclavos perpetuos de una irrealidad) para el muchacho de Saba, aquélla, se queda en lo que verdaderamente es: un simple encuentro humano, inocente en sí mismo (ya que no ha sido corrompido) y en absoluto perjudicial. Llevado por su inocente sensualidad, y por una espontánea curiosidad por la vida, este muchacho ideal, del mismo modo que ha pasado a través de su primera experiencia ocasional, conocerá también, naturalmente, el amor de las mujeres, tendrá una esposa amada, etcétera. Aquí, para narrar tal experiencia, nuestro querido y dichoso Saba no recurre en absoluto a las reticencias, a las que yo sin embargo (desgraciadamente) me he visto obligada para resumirla aquí arriba. Él, en su relato, no omite ningún detalle, por difícil o secreto que sea, si lo considera necesario: no condena ninguna palabra. Pero las mismas cosas que para los demás, al decirlas, pueden resultar obscenas, ridículas o sórdidas, se revelan sin embargo dichas por él, en su claridad real, naturales y no ofensivas. Dejando límpida, al terminar la lectura, la emoción de los afectos, restituida a la pureza consciente de la condición madura. Las explicaciones de este fenómeno se pueden reducir a una sola: Saba tiene un respeto fundamental por la vida y por el ser humano: sin el cual en el arte, como en la historia, no existe realismo ni libertad; sino servidumbre y retórica." ELSA MORANTE
Umberto Saba dedicó su vida a la literatura. Junto a sus poesías completas, recogidas en el volumen "Il Canzioniere", Saba escribió una única novela, "Ernesto", publicada póstumamente por propios deseos, y una amplia colección de prosas. Regentó en Trieste una librería de anticuario. El mismo Saba cuenta cómo descubrió en Via San Nicolò un local oscuro, lleno de libros viejos, y cómo se imaginó lo triste que sería pasar allí los días. Compró el local para venderlo luego a un precio mayor, pero no fue capaz de cumplir su primera intención de tirar los libros viejos al Adriático y, fascinado por ellos (a pesar de que no le interesaba su contenido), terminó haciéndose cargo de la librería. A excepción de poemas sueltos, revistas y antología de poesía italiana del Novecento, la obra poética de Saba no había sido traducida al español. Pre-Textos ofreció el año 1991 la primera traducción de un libro completo de este autor, "Mediterráneas", y más tarde, en 1995, "Pájaros".
Queridos amigos: De una cosa podéis estar seguros: las pocas poesías reunidas en este fascículo del "Zibaldone" son las últimas que he escrito y las últimas salidas de mi pluma que leeréis mientras yo viva. Forman parte de una colección también muy breve titulada EPÍGRAFE que sólo aparecerá tras mi muerte. PÁJAROS es un milagro. No me propongo hablar de belleza o, en todo caso, de valor literario (cosas acerca de las que doy libertad al lector para juzgar según su ánimo), sino del simple hecho de haber podido escribir las poesías. La he escrito en el verano de 1948; y fue aproximadamente a partir de la mitad de 1947 cuando empecé a sentirme morir a las cosas. Estaba seguro -materialmente seguro- de que no iba a escribir más versos. Pero la dolencia que me impide tanto vivir como morir me concedió aquel verano un breve período de tregua. Mi gratitud quedó expresada en algunos breves apólogos, en la triste melodía de "Este año...", llena de presagios. PÁJAROS también nació de una circunstancia ocasional.

No hay comentarios:
Publicar un comentario