martes, 30 de marzo de 2010

Joseph Brodsky. De ninguna parte, con amor y otros poemas






Joseph Brodsky



Siempre he dicho que el destino es un juego

Siempre he dicho que el destino es un juego.
¿Para qué nos sirve el pez si tenemos caviar?
El gótico triunfará como estilo por su
capacidad para destacarse sin pinchar.
Estoy sentado detrás de una ventana,
al lado veo un álamo.
Yo amaba a pocos, pero los amaba demasiado.

Creía que el bosque es solo extensión del tronco.
¿Para qué necesito una muchacha entera si tengo su rodilla?
El ojo ruso descansa en las cúpulas de Estonia,
tras un letargo de polvo levantado por siglos.
Estoy sentado al lado de la ventana, ya lavé los platos.
Fui feliz aquí, ya no lo seré.

Yo escribía que en la ampolleta vive el temor al sexo,
que el amor como el acto carece de verbo,
que Euclides no sabía que llegando al cono el objeto se convierte en cronos y no en cero.
Estoy al lado de la ventana, recordando mi juventud,
a veces sonrío, a veces escupo.


Dije que la hoja cuando brota destruye al brote,
que la semilla al caer en mala tierra no da frutos,
que los pastizales en el campo muestran el manoseo de la naturaleza.
Estoy sentado al lado de la ventana abrazando la rodilla,
en compañía de mi densa sombra.

Mi canción carece de motivos heroicos, por suerte
no es posible cantarla a coro.
No es raro que debido a estas palabras
nadie se atreva a palmotearme la espalda.
Estoy sentado al lado de la ventana, en la oscuridad,
como en el tren, el mar suena tras las cortinas.

Soy ciudadano de una época desvalida,
me reconozco con orgullo como un producto de 2ª categoría,
regalo mis mejores pensamientos al futuro,
como ejemplo de lucha contra el ahogo.
Estoy sentado en la oscuridad de una pieza
y no es peor que la oscuridad de allá afuera.

(1971)

De ninguna parte, con amor

De ninguna parte con amor, algún día, algún mes
querida y respetada linda, pero no importa quien eres;
¡al diablo, que ya no me acuerdo de tu cara!
Un amigo fiel -ni tuyo ni de nadie- te saluda,
desde uno de los cinco continentes
apoyado por los cowboys;
yo te amaba más que a los ángeles y que a mí mismo,
y por eso ahora estoy más lejos de ti que de ambos.

Tarde en la noche, en el fondo de un valle dormido,
en una ciudad cubierta con nieve hasta la manilla de la puerta,
retorciéndose en la sábana -nada se dice de esto más abajo-
estoy clavando el cojín
murmurando la palabra "tú",
detrás de mares sin fin,
yo, como un espejo insensato,
repito tu silueta con todo mi cuerpo.

(1975)


Estuve en una jaula

Estuve en una jaula en el lugar que debió ocupar un animal salvaje.
Con clavos tallé mi apodo
y el plazo que me quedaba por cumplir.

Viví junto al mar y jugaba a la ruleta,
cenaba con cualquier pajarraco vestido de frac.
Observaba el mundo desde la altura de un Iceberg,
tres veces me ahogue,
dos veces estuve crucificado.

Abandoné el país que me había nutrido.
De los que se olvidaron de mí
se podría hacer una ciudad.
Vagué por estepas que conservan en su memoria
el alarido de los hunos,
me vestía con lo viejo que mañana estará de moda,
sembraba cebada, me cubría con cartón y bebía todo lo que me pusieran por delante.
Dejé entrar en mis sueños la pupila vigilante que acompaña el convoy,
mascaba el pan del exilio sin dejar migas,
me permití todos los sonidos excepto el aullido, luego pasé a hablar en susurros.

Ahora cumplí cuarenta años.

¿Qué puedo decir de la vida?
Que resultó ser larga.
Únicamente con el dolor me siento solidario,
pero hasta que me tapen con greda la boca, de ella solo saldrán agradecimientos.

(1980)

Yo era solo aquello

Yo era solo aquello
que palpabas con tu mano
sobre quien en la noche sorda
inclinabas tu rostro.

Yo era solo aquello
que tú prefigurabas:
primero un contorno
y luego una silueta.

Eras tú la que
murmurando
en mi oreja con calor
me fuistes creando.

Eras tú la que
sacudiendo velos
en mi boca húmeda
me entregabas la voz
con que te podía llamar.

Yo era simplemente ciego,
surgiendo y escondiéndote tú me
regalastes la vista,
de esa manera se dejan huellas.

Así se crea el universo,
así después de crearlo,
se lo abandona y se lo deja girar
desperdiciando lo regalado.

Así
arrojados en el ardor y en el frío,
en la luz y en la oscuridad,
así gira el globo terráqueo.

(1981)


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