Guido Morselli (Bolonia, 1912) se suicidó en Varese en 1973, a los 69 años, sin ver publicada su última novela, Dissipatio humani generis, auto-excluido del mundo literario italiano.
A Italo Calvino le había escrito en una carta, huyendo y escondiéndose: "Para no serle del todo desconocido, soy emiliano, autodidacta, vivo solo sobre un pequeño trozo de tierra donde hago de todo, incluso el alabañil; políticamente estoy en crisis, con casi ninguna esperanza de escapar". Con estas palabras se despedía de él unos años antes de su suicidio, el 6 de octubre del 65. Éste le había enviado una detallada recensión sobre su novela Il comunista en la que le aconsejaba que dada la elevada carga ideológica de la novela más le valía haber escrito un ensayo en vez de una novela. Para entonces Guido Morselli ya había sido reconocido en su país como ensayista. A partir de 1938, tras la muerte de su hermana, pudo vivir de una renta del padre, para dedicarse completamente a lo único que le interesaba, leer, pensar, escribir.
Guido Morselli es poco conocido en España, aunque Herralde ya había publicado en Anagrama, en los años ochenta, dos obras suyas: Divertimento 1889 y Roma sin Papa. Y ahora la editorial navarra Laetoli publica al fin su última novela en su colección de clásicos del siglo XX, no traducidos o no muy conocidos en España hasta la fecha. Por cierto que los seis títulos, por el momento, de esta colección son todos extraordinarios (Michel Leiris, Edad del hombre; Arno Schmidt, El brezal de Brand; Max Frisch, Montauk; Andréi Biéli, La paloma de plata; Wolfang Borchert, Obras completas).
La crítica especializada lo ha visto como el exponente de un mundo editorial obtuso, que no supo juzgar en su día correctamente su importancia. De hecho, en vida solo vio publicados algunos de sus ensayos, sufriendo el rechazo de muchas casas editoriales italianas como novelista. Dissipatio humani generis fue el último manuscrito que guardó el escritor en su cajón antes de exponerse al severo autojuicio del suicidio, tal y como hace el narrador de la novela, que no cesa de dirigirse a sí mismo. ¿A quién hablarle? ¿A quién dar explicaciones? El escritor está solo y sin ayuda.
Guido Morselli siempre creyó en ese híbrido genérico entre la novela y el ensayo, tan de moda actualmente, y que algunos denominan "autoficción".
Existe algo desesperado y a la vez apacible en estas páginas", dijo de ellas Calasso cuando las publicó en Adelphi, en 1977.
Otras obras del autor, no traducidas al castellano, son Lucha contra el pasado reciente, El comunista, Un drama burgués, entre las novelas; y entre los ensayos: Proust o el sentimiento, Realismo y fantasía, La fe y la crítica y Diario. Publicadas todas en Milán por Adelphi.
En España cuenta con la devoción infinita de Vila-Matas por esta clase de raros especímenes robinsonianos, poseídos por una sola y no demasiado radical voluntad: desaparecer sin hacer ruido y sin ser visto por la puerta de atrás, y sin un solo aplauso, porque ellos mismos tienen "Prohibida la entrada".
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