martes, 23 de marzo de 2010
El charlatán de Louis-René des Florêts: la obsesión solitaria
EL CHARLATÁN
LOUIS-RENÉ DES FORÊTS
TRAD. DE JOSÉ ANTONIO GUERRERO
ARENA LIBROS, MADRID, 2004
Publicado en 1946, este relato de Louis-René des Florêts (París, 1918-2000) ha suscitado la admiración unánime de la crítica. El misterio y el escándalo de esta escritura afirman una dicha desolada y arrebatadora. Maurice Blanchot, Michel Leiris, Georges Bataille, Raymond Queneau, Philippe Jacotett, Edmond Jabès o Yves Bonnefoy lo valoraron en distintos homenajes, así como autores más recientes como Pascal Quignard, Richard Millet o Gérad Macé, que vieron en él a uno de sus maestros, en la tradición de Dostoyevski o Kleist, pero sin duda más contemporáneo nuestro, imprescindible dentro de la historia moderna de la conciencia.
Sus principales obras son además Los mendigos, La habitación de los niños y Ostinato.
"El charlatán" es un relato embrujador, sin magia, no obstante. Para nosostros, para la gente de una era sin ingenuidad, es el equivalente a una historia de fantasmas. Algo espectral lo habita; un movimiento se ventila en él, de donde nacen todas las apariciones. Solamente que hay que entenderlo en el sentido estricto: un puro realto de fantasmas donde hasta el fantasma está ausente, de modo que quien lo lee no puede permanecer a parte de tal ausencia y se le reclama que o bien la sostenga, o bien la disipe, o bien la sostenga disipándose en ella por un juego de atracción y de repulsión del que no sale intacto. Pues lo que viene a atormentarnos no es tal o cual figura irreal (que prolongue más allá de la vida el simulacro de la vida), es la irrealidad de todas las figuras, irrealidad tan extensa que afecta tanto al narrador como al lector y, finalmente, al autor en sus relaciones con todos aquellos a quienes podría hablar a través de este relato."
(Maurice Blanchot)
"Cada uno de mis personajes está encerrado en una soledad inexorable. El monólogo en que se extiende expresa un punto de vista incomunicable. Ya sea que se asocie a los demás por su acción o que permanezca amurallado dentro de una obsesión solitaria, su destino es avanzar por la vida como por un estrecho túnel del que busca desesperadamente salir y del que habla para él solo. En este sentido el modo profundo de su lenguaje es el monólogo: no puede ser el diálogo."
(Louis-René des Forêts)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario