MANUEL PERIS - 29/08/2009
El París de Patrick Modiano es un territorio casi onírico en el que, paradójicamente, las calles y los edificios aparecen con su nombre y ubicación real. El escritor ha comparado sus novelas con cuadros de Magritte en los que, pese a su atmósfera irreal, los objetos están dibujados de forma muy nítida. Modiano ha prestado especial atención a lo que llama las zonas neutras de París, barrios sin una identidad precisa, "tierras de nadie, donde se está en la frontera de todo".


Las arcadas del Lido, entre los Campos Elíseos y la Rue de Ponthieu, tienen, pese a sus numerosos comercios, un aire decadente. El padre de Modiano tenía allí una oscura oficina a la que se podía llegar por numerosos ascensores. Las viejas galerías conservan el aspecto laberíntico que tanto convenía a las entradas y salidas de Alberto Modiano.
La Rue de Ponthieu sigue siendo una especie de bambalinas de los Campos Elíseos. Y es que todas las grandes arterias de París, decía Simenon, tienen, a modo de escalera de servicio, una pequeña calle paralela con tiendas de alimentación, bares, restaurantes y hoteles baratos. La Rue Cambon era la calle de servicio de la elegante Place Vendôme, con el Ritz, el Ministerio de Justicia y las tiendas de lujo. En la Rue Cambon está el Hotel Castille, donde vivió el protagonista de Calle de las Tiendas Oscuras (Anagrama), Guy Roland, un ex detective con amnesia que busca su pasado. El hotel, que ya no es barato, está justo enfrente de la entrada de servicio del Ritz y del acceso directo a su famoso bar, que hoy lleva el nombre de Hemingway. Pegado al Castille está el edificio en el que Coco Chanel montó su primer taller y que ahora alberga una de sus boutiques.
Los viejos cafés parisinos son espacios fundamentales en la obra de Modiano. Muchos, como El Condé de la novela En el café de la juventud perdida (Anagrama), han desaparecido. Otros, como el tabac Au Chien Qui Fume, en la esquina de Montparnasse y la Rue du Cherche-Midi, se mantienen intactos.
Esa calle, una de las más hermosas de París, termina en la Rue du Vieux Colombier, donde está el teatro del mismo nombre, hoy una de las sedes de la Comedie Française y en el que llegó a actuar la madre de Modiano, una actriz de poco éxito. Junto a él se encuentra la Place Saint Sulpice y el Café de la Mairie, desde el que su amigo George Perec escribió Tentativa de agotar un lugar parisino.
Esto es Saint Germain des Prés, el barrio de la infancia de Modiano y donde sigue viviendo. A pesar de sus quejas por la transformación del quartier, la casa de su niñez (15 Quai de Conti, junto a la Academia y frente a Les Tulleries) y su escuela (Rue du Pont de Lodi) se mantienen intactas. También la comisaría de policía (Rue des Saints Pères) en la que acabó tras una bronca con su padre. Junto a ella está la Rue Saint-Benoît, donde vivía Marguerite Duras, escritora y casera de Enrique Vila-Matas.
En la esquina con St. Germain está el Café de Flore, y un poco más abajo, Le Petit Saint-Benoît, delicioso restaurancillo fundado en 1901. Una boutique de lujo ocupa la sala donde Modiano iba al catecismo en la plaza Furstenberg, que, sin embargo, conserva su particular encanto.
La habitación de Sartre
La Rue Cels es uno de esos espacios que Modiano ha llamado las zonas neutras, agujeros negros en los que se está en tránsito, o igual en suspensión. Louki, la protagonista de En el café de la juventud perdida, se refugia en un hotel de esa calle. En el número 24 se encuentra el Hotel Mistral, donde para preservar su libertad vivieron en habitaciones separadas Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Está a un paso del cementerio de Montparnasse y del alegre mercadillo de la Rue Daguerre.
Dora Bruder (Seix Barral) es la sobrecogedora historia real de la desaparición de una chica en 1941 cuyos padres insertan un anuncio en el periódico. Vivían en el 41 del Boulevard Ornano. El edificio se mantiene idéntico. Enfrente está el cine Ornano 43, del que sólo queda la hermosa fachada racionalista con el gran rótulo recortado. El local es ahora un supermercado y una carnicería musulmana de las que tanto abundan en los bulevares bulliciosos del París multicultural.
El nombre de Dora Bruder lo encontraremos esculpido en piedra en el Muro de los Nombres, en el que están grabados, por orden alfabético, los nombres y apellidos de 76.000 judíos (11.000 eran niños) deportados de Francia por los nazis. El muro forma parte del recientemente inaugurado Memorial de la Shoa, en el barrio de Marais. Un centro de investigación sobre el Holocausto con archivos de la Gestapo o documentos del proceso de Nuremberg.
El paseo más modianesco (adjetivo de moda en París) es el Allée des Cygnes, un no lugar, un dique en medio del Sena que cierra el Port de Grenelle y termina con una réplica de la estatua de la Libertad. Entre sus brumas deambulan los protagonistas de En el café de la juventud perdida.
Han llegado caminando por debajo del metro aéreo de la línea 6 que inmortalizó Bertolucci en El último tango en París. Las zonas neutras, nos dice Modiano, tienen al menos la ventaja de que no son más que un punto de partida que se dejan un día u otro.
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