jueves, 1 de abril de 2010

Clarice Lispector. Seis introspecciones

Apocalipsis en la estación con Hamlet, mi madre y Clarice Lispector
Hélène Cixous
(Escritora)

Insiste la autora en la intraducibilidad de los textos de Clarice y el riesgo de perder su rigor filosófico en la traducción. Elige el tema de la madre (padre en Hamlet), por ser uno de los topoi literarios más fructíferos, y porque se puede relacionar a Lispector con Shakespeare por lo teatral de sus construcciones. Iguala, además, los "Lazos de familia" a lazos de separación, donde ambas palabras cobran su sentido precisamente gracias a que existe la otra.
Es difícil llegar a epifanías en la vida diaria, ver lo que creemos ver todos los días, "¿Cómo ver a su madre? ¿Cómo ver el huevo?" Nos lo impiden obstáculos constantes: el casco de Hamlet padre, el sombrero de la madre del relato de Lispector, sin embargo, el relato está plagado de pequeñas epifanías.
La nada y el olvido están también relacionados, y van de un personaje a otro haciéndoles casi variar sus identidades en una inseguridad típica. "Todas estas mutaciones causadas por enormes acontecimientos ínfimos, esas colisiones revolucionarias que acarrean la aparición y la desaparición de los sujetos y las especies, las subidas y las bajadas en el ascensor del tiempo o en el tren, son legibles en la lengua de Clarice Lispector, su lengua única, su creación en brasileño. Ella ha creado. ¿Qué? El estilo del génesis. El estilo de en tren de. Del proceso. Del pasaje. Escribir el instante, al instante en el que se altera. Un desencadenamiento de mensajes inestables, esa es la vida."

Lazos de familia
[Traducción de Elizabeth Burgos, sobre un ejemplo de Hélène Cixous]:

El tren no partía y ambas esperaban sin tener qué decirse. La madre sacó un espejo de su bolso y se examinó en su sombrero nuevo, comprado en casa del mismo modisto que su hija. Se miraba poniendo un aire excesivamente severo en el que no faltaba alguna admiración por sí misma. La hija observaba divertida. Nadie más puede amarte sino yo, pensó la mujer riendo con los ojos; y el peso de la responsabilidad le dio en la boca un gusto de sangre. Como si "madre e hija" fueran vida y repugnancia. No, no se podía decir que amaba a su madre. Su madre le dolía, era eso. La vieja había guardado el espejo en el bolso, y la miraba sonriendo. El rostro ajado y todavía experto parecía esforzarse en dar a los demás alguna impresión de la cual el sombrero formaba parte. El silbato del tren sonó de repente, hubo un movimiento general de ansiedad, varias personas corrieron pensando que el tren se iba ya: ¿mamá! dice la mujer. ¡Catarina! dice la vieja. Ambas se miraban espantadas, las maletas en la cabeza de un cargador les interrumpía la visión y un chaval corriendo abriéndose paso empujó el brazo de Catarina descolocándole el cuello del vestido. Cuando pudieron verse de nuevo, Catarina estaba en el momento inminente de preguntarle si no había olvidado algo...
—...¿No he olvidado nada? preguntó la madre.


                                                                  ***

Nádia B. Gotlieb
(Profesora de la Universidad de Sâo Paulo)
Sin pretender explicar la obra de Clarice Lispector por su biografía, la profesora Gotlieb, biógrafa de Clarice Lispector, señala una serie de "marcas" que aparecen tanto en la vida como en la obra de Lispector: el "dislocarse", el "ocultar" y el "latir".
La primera marca se refiere a todos los viajes físicos y fantásticos de Lispector, un constante desplazarse cuyo resultado es la no pertenencia a ninguna parte, "un permanente estado de renovado e inevitable exilio". La segunda trata de la manía de ocultar los datos de su vida mezclándolos con los de sus obras, convirtiendo su identidad en secreta. También oculta la esencia de sus obras tras comienzos aparentemente inocuos como sus artículos en un periódico para mujeres que podían empezar como consejos de limpieza y acabar tratando la esencia del ser. Y la última marca, el latir, el movimiento constante de su capacidad de invención que abarca mundos lejanos y cultiva múltiples imágenes de sí. "Las Clarices -autora y persona- repiten un proceso de reinvención en el cual, al reaparecer, transfiguradas, en imágenes de sí mismas y del otro, deshacen el hecho e inauguran una nueva forma de ver y de leer esa alteridad, donde todos son iguales, pero, al mismo tiempo, no son nadie."
Hacer la biografía de Clarice es buscarla incensante y, a veces, infructuosamente.



Un soplo de vida. Extracto
Revista El Paseante, número 11
[Traducción de Elena Losada ]:


Esto no es un lamento, es un grito de ave rapaz. Irisada e intranquila. El beso en el rostro muerto.
Yo escribo como si fuera a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida. Vivir es una especie de locura que la muerte hace. Vivan los muertos porque en ellos vivimos.
De repente las cosas ya no necesitan tener sentido. Me satisfago en ser. ¿Tú eres? Estoy seguro de que sí. El sinsentido de las cosas me produce una sonrisa de complacencia. Sin duda todo debe estar siendo lo que es.
Hoy es un día de nada. Hoy es hora cero. ¿Existe acaso un número que no es nada? ¿Qué es menos de cero?, ¿qué empieza en lo que nunca empezó porque siempre era? ¿Y era antes de siempre? Me ato a esta ausencia vital y rejuvenezco por entero, al mismo tiempo contenido y total. Redondo es el inicio y sin fin, yo soy el punto antes del cero y el punto final. Del cero al infinito voy caminando sin parar. Pero al mismo tiempo todo es tan fugaz. Yo siempre fui e inmediatamente ya no era. El día corre fuera a la deriva y hay abismos de silencio en mí. La sombra de mi alma es el cuerpo. El cuerpo es la sombra de mi alma. Este libro es mi sombra. Pido permiso para pasar. Me siento culpable cuando no os obedezco. Soy feliz a la hora equivocada. Infeliz cuando todos bailan. Me dijeron que los lisiados se regocijan así como me han dicho que los ciegos se alegran. Es que los infelices se resarcen." —¿Bonita? No, mujer.



Belleza e identidad femenina en Aprendizaje y La hora de la estrella
Elena Losada
(Profesora de la Universidad de Barcelona)
Elena Losada insiste en la relación entre la búsqueda de una identidad propia que hacen las mujeres y la autopercepción de los cánones de belleza. Adaptarse a los cánones es renunciar a esta identidad propia y esta pugna está muy bien tratada por Clarice Lispector. Sus mujeres no se amoldan, son "niñas raras, mujeres desorientadas y viejas solitarias".
Un elemento importante en esta relación es el espejo. Un aprendizaje es la educación sentimental de una mujer que de usar las armas tópicas (vestidos, maquillaje) para conquistar a Ulises evoluciona hasta prescindir de la máscara en una victoria sobre el espejo: "pues más allá está la esencia: ser mujer."
En La hora de la estrella, Macabea no se ve en el espejo ( =no es). Su novio la convierte en alguien al mirarla. Ella admira a Gloria, el personaje corrupto por el estereotipo, que acaba quitándole el novio. Sólo en el momento de su muerte entiende la única verdad: que ya había nacido mujer y eso es lo único que era.
Lori y Macabea tienen algo en común: la conciencia de que sólo SERÁN el día que sean capaces de ver su rostro desnudo en un espejo.



La hora de la estrella


Él— Pues sí.
Ella— ¿Pues sí, qué?
Él— ¡Yo dije pues sí!
Ella— ¿Pero "pues sí" qué?
Él— Mejor cambiemos de conversación, porque tú no me entiendes.
Ella— ¿Entender qué?
Él— ¡Virgen Santa! ¡Macabea, vamos a cambiar de tema ahora mismo!
Ella— ¿Y de qué hablamos?
Él— De ti, por ejemplo.
Ella—¡¿De mí?!
Él— ¿Por qué tanto susto? ¿Tú no eres gente? La gente habla de la gente.
Ella— Disculpa, pero no me parece que yo sea muy gente.
Él— ¡Pero si todo el mundo es gente, Dios mío!
Ella— Yo no me he habituado.
Él— ¿No te has habituado a qué?
Ella— Ah, no sé explicarme.
Él— ¿Entonces?
Ella— ¿Entonces qué?
Él— Oye, yo me largo, porque tú eres imposible.
Ella— Es que sólo sé ser imposible, no sé otra cosa. ¿Qué puedo hacer para lograr ser posible?
Él— ¡Deja de hablar, que sólo dices estupideces! Di lo que quieras."
                                                                      

Clarice Lispector y la Generación del 60/70
Sergio Sant´Anna
(Novelista)
El impacto de Lispector en los jóvenes escritores de los 60/70 es el de una fascinación por el alto nivel de abstracción de su obra que demuestra que casi todo lo que pensamos son lugares comunes. Pronto se dieron cuenta de que intentar seguirla era un suicidio literario, pues su mundo se bastaba y acababa en sí mismo, y se inclinaron por otros guías como Rubem Fonseca u Oswald de Andrade. Para Sant´Anna, el heredero de Lispector sin ser su epígono es Joâo Gilberto Noll. Otros escritores de los que trata son: José Agripino de Paula, Jorge Mautner, Ignacio de Loyola Brandâo, Paulo Leminsky, Ivan Angelo, Silviano Santiago y el mismo Sergio Sant´Anna.
Para él está claro que la evolución de Lispector es hacia una mayor comunicabilidad que culmina en La Hora de la estrella, como si pensase un poco más en el lector. "Leer un libro de Clarice Lispector es como ver el mundo por primera vez."

El paraíso y el caos en Agua viva
Antonio Maura
(Crítico)
Agua viva es una obra de Clarice Lispector traducida al castellano cuyo tema es el Jardín del Edén, y que contiene hermosas descripciones sobre el mundo vegetal y animal. Clarise habla de la flor, el agua y las ratas en una aceptación del mundo sorprendente, "y todo eso soy yo".

Para Maura, Lispector es Lilith, la primera mujer anterior a Eva, que reina en la oscuridad cuando no hay pecado ni bien. Reina sobre una verdad superior a la palabra, la verdad de la sangre y el nervio.

El lenguaje es un anzuelo para en lo no-conocido, en lo no-nombrable encontrar la palabra. Pero si no se captura se pierde todo. Así propone Lispector escribir, lanzando un anzuelo.

En este libro el lenguaje es energía y el paraíso caos. La palabra se asemeja al rugido de una fiera o al del mar. No hay muerte porque todo es materia y energía en constante movimiento.
Seco estudio de caballos
(Extracto)
[Traducción de Cristina Peri Rossi para la Editorial Grijalbo Mondadori ]:
EL Y YO
Intentando poner en frases mi más oculta y sutil sensación —y desobedeciendo mi necesidad exigente de veracidad—, yo diría: si pudiese haber escogido, me habría gustado nacer caballo. Pero —quién sabe— quizás el caballo no sienta el gran símbolo de vida libre que nosotros sentimos en él. ¿Debo concluir entonces que el caballo sería sobre todo para ser sentido por mí? ¿El caballo representa la animalidad bella y suelta del ser humano? ¿Lo mejor del caballo el ser humano ya lo tiene? Entonces abdico de ser un caballo y con gloria paso a mi animalidad. El caballo me indica lo que soy.

Profesor Benedito Nunes
La introspección en la obra de Clarice Lispector no es sólo un signo de modernidad, sino que "indicará el camino para la puesta en debate de las formas narrativas tradicionales en general y de la posición del narrador mismo en sus relaciones con el lenguaje y la realidad, a través de un juego de identificación de la ficcionista consigo misma y con sus personajes."
En La pasión según G.H., primera vez que Lispector utiliza la primera persona, la introspección se hace "paroxística", en una objetivación total de sí misma y del trabajo de una vida.
Nunes señala que un sentimiento de fracaso del lenguaje acompaña a la narradora, pues se trata de una lucha agónica con las palabras. La pregunta-tortura permanente que se escucha en toda su obra es. "¿quién soy?"

Las desdichas de Sofía
[Traducción de Marcelo Cohen para Grijalbo Mondadori ]:


Para súbita tortura mía, sin apartar la vista de mí, se fue quitando lentamente las gafas. Y me contempló con unos ojos desnudos que tenían muchas pestañas. Yo nunca había visto sus ojos, que con las innumerables pestañas parecían dos dulces cucarachas. Él me miraba. Y yo no supe cómo existir frente a un hombre. Disimulé mirando el techo, el suelo, las paredes, y seguía con la mano extendida porque ignoraba cómo recogerla. Él me miraba manso, curioso, con los ojos despeinados como si acabase de levantarse.

Del Seminario Clarice Lispector impartido en la Casa de América de Madrid.
(Nota: Este reportaje ha sido elaborado con la carpeta de prensa facilitada por la Casa de América y nuestras propias notas tras la asistencia a las conferencias)
Publicado originalmente en Espéculo, nº 7

No hay comentarios: