sábado, 27 de marzo de 2010

La vida secreta de Pascal Quignard: "Todo lo que nos hace nacer, nos deja caer".

Vida secreta
Pascal Quignard
Trad. de Encarna Castejón
Espasa. Madrid, 2005


"Cuando uno llega a ese momento, sabe de repente que, impotente para acrecentar la fiebre de lo que está viviendo, o incluso incapaz de perpetuarla, esa fiebre va a morir. Uno llora de antemano, bruscamente, para sus adentros, en una esquina de la calle, deprisa y corriendo, atemorizado por la posibilidad de atraer la desgracia sobre sí, pero también por profilaxia, con la esperanza de despistar o retrasar al destino.
Argumento es una antigua palabra que designa la blancura del alba. Es todo lo que se aclara y se discierne en esa palidez que sobrevive en unos pocos instantes. Perenterorio es el argumento: nunca se puede desviar el río justo en el momento de la crecida.
Como tampoco puede detenerse el día en el alba.
Uno espera.
Espera sin poder hacer nada, de repente, en una contemplación que se ha vuelto desgraciada.
O bien el amor surge de la pasión o no surgirá nunca.
Cierto que no es fácil desembrujar el momento petrificado. Cada cual debe cruzar ese extraño pasaje en el que todo lo que era descubrimiento en el fondo del alma descubre que ya no seguirá descubriendo.
En el que todo empieza a reconocer."


"Sólo amamos una vez. Y no somos conscientes de la única vez que amamos, porque la estamos descubriendo."


"Descubrir y reconocer no determinan regímenes semejantes. Descubrir y reconocer son como nacer y envejecer. A partir de ese instante de máxima altura que imagino como el desbordamiento de un río (como levantarse de la cama), todo lo que está a punto de ocurrir ya no desvela nada, pero lo recuerda todo.
Reconocer es un régimen tan terrible pero aún más fascinado de lo que puede llegar a serlo el fulgor del flechazo, y todavía más despótico.
Pasar de la pasión al amor es una ordalía.
Es una peligrosa travesía, porque la elección a la que nos expone es radical: ora azarosa, ora mortal."


"Aprender era un placer intenso. Aprender equivalía a nacer. Se tenga la edad que se tenga, el cuerpo experimenta entonces una especie de expansión.
De repente la sangre fluye mejor en el cerebro, detrás de los ojos, en las yemas de los dedos, en la parte superior del torso, en la parte baja del vientre, en todas partes.
El universo se dilata: de pronto se abre una puerta donde no había puerta alguna y el cuerpo se abre con esa misma puerta.
El cuerpo antiguo se convierte en otro cuerpo. Un país desconocido se extiende o avanza a toda velocidad y crecemos con lo que crece. Todo lo conocido cobra un nuevo sentido, atrae una nueva luz, y todo lo que hemos abandonado regresa de repente a la nueva tierra con un nuevo relieve todavía inexpresable, porque no era posible preverlo."


"Desafíos que no conciernen a nadie se descubren de pronto en el azar de una consecuencia que no habíamos buscado. Eso es aprender. Caen las barreras y, al caer, desaparecen las distancias. Eso es aprender. La oscuridad del bosque se desvanece. Aumenta el recorrido del viaje.
No hay que enseñar a quien no tiene alegría de aprender.
Apasionarse por lo que es otro, amar, aprender, es lo mismo."


"El amor se asemeja al robo y no al intercambio social [...], se sustrae al intercambio que los suyos, los aliados y el grupo le han preparado desde hace mucho tiempo [...]. Una gemelidad incomprensible (dos extraños descubren un entendimiento casi incestuoso), el flechazo (la fascinación súbita, no preparada, silenciosa, no mediatizada): estar desgreñado, estar completamente desnudo, no tener casa, vivir del aire y del agua fresca, comer alimentos crudos, convertirse en pájaro."


"Negándonos a explicarnos, tal vez evitábamos caer en las redes que despliega el lenguaje, en sus reglas de juego codificadas, pueriles, escolares, agonísticas, retóricas, autoritarias, demostrativas. Así nos libraríamos de la trampa donde la relación de fuerzas de los saberes y la guerra de posición de las edades prevalecían, imperceptiblemente, sobre la transmisión de la emoción [...]".


"El silencio llegó a ser una mano que entraba en contacto con algo situado mucho antes de lo que disimulaban o revelaban las palabras y sus pudores y sus precisiones escisíparas del alma y las evaluaciones sociales que acarreaban; detrás de la desnudez tocamos lo desconocido. Esta experiencia, tan difícil de describir, es lo que me empuja a escribir estas páginas. Tuve la impresión de una piedad, de una lección [...]".


"Yo tenía miedo de reunirme con la mujer que amaba. Todos los hombres desean ese miedo.
Su deseo es su miedo."


(Pascal Quignard, Vida secreta)

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