Para una tumba de Anatole
Stéphan Malarmé
Traducción de M. Campaña
Bassarai. Vitoria, 2005
Un más allá de las palabras: El canto fúnebre de Stéphane Mallarmé.
El poeta Stéphane Mallarmé perdió a su hijo de ocho años en 1879. Su muerte dio lugar a más de doscientos fragmentos destinados a componer un poema fúnebre nunca acabado, reunidos bajo el nombre de "Para una tumba de Anatole" y ahora presentados en castellano por la editorial Bassarai.
Por Antonio Ortega
"Para una tumba de Anatole" nunca llegó a escribirse. Lo que conocemos son los 202 fragmentos y notas de un extenso poema fúnebre en el que Mallarmé, impulsado por el sentimiento de culpa, trabajó gran parte de su vida, desde que en 1879 falleció su hijo de ocho años. Como expresa Mario Campaña en el prólogo a una traducción impecablemente ceñida al texto, Anatole murió sin tener conciencia de su propia muerte, y el padre-poeta concibe un "contragolpe" que consiste en "arrebatar al niño del dominio absoluto de la muerte", permaneciendo así vivo e inmortal en la presencia que ordena el poema.
Estas notas no son sólo el sonido conmovedor de un hecho trágico, sino que en su elíptica disposición representan una parte esencial de la escritura poética de Mallarmé, un eslabón de esa cadena discontinua que conecta sus obras. Este boceto, esa tentativa de escritura, sirve para mostrar caminos de entrada a ese "drama de la vida" que el poeta soñó largos años. Un sueño que, de no existir "Para una tumba de Anatole", no hubiera encontrado sitio en las filigranas y obsesiones de "Igitur", de "Un coup de dés" o de los "Écrits sur le livre", todos lugares decisivos de una totalidad que se erige entre la lengua y el mundo.
El corazón de esta escritura salvadora es una muerte que discurre paralela a la muerte de un lenguaje que aquí se anuncia. Estas notas son parte del duelo, de ese relato que sostiene el mundo y su escritura. Una poética en cierta medida nueva, donde el "oro ido", el "viento de nada / que sopla" y "una ola que te lleva", se conjugan frente al secreto de una deriva piadosa, de una esperanza que "rompe esta ficción / de muerte", y que así la transfigura.
Mallarmé no escribió este libro porque al hacerlo perdería ese duelo que le da sentido: "te lo diré / no -porque entonces / desaparecerías- / y yo me quedaría solo / llorando, tú, yo / mezclados". El fragmento final anota así una duda abreviada y abierta al futuro. Pero estas notas son el poema, y lo son porque asistimos a lo sentido a través de esa constelación de palabras que es Para una tumba de Anatole. A ese más allá que podría haber sido.
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