jueves, 15 de abril de 2010

Harry Martinson. Dos poemas

Cuento popular sueco

La deseó a través de la montaña.
Mas las condiciones fueron un monte más.
Primero tenía que romper el hielo del invierno
hasta llegar a los sembrados de la primavera.
Después abrirse paso entre los jarales primaverales
hasta el bosque sumiso del verano.
Allí la encontraría.
Mas el encuentro fue tan tímido que se volvió dureza,
la ternura tan torpe que todo se extravió.
Las palabras suaves se enredaron como madreselva.


Así empezó su vida.
Entraron en el granito de cada día de pena.
La montaña los encerró para siempre.
Adentro, muchos años, se oyeron
gritos y martillazos: querían salir.
Poco a poco se acallaron hasta los martillazos.
La montaña yace quieta y fuerte.
Y hay más nieve en el invierno.




La mejor solución


La resignación se encarga de arreglar casi todo:
poco a poco se forma una suave costumbre del dolor.
Eso acontece sin protestas y sin vivas.


Uno se esfuerza hacia arriba
y se acostumbra hacia abajo.


No son las revoluciones, sino las resignaciones
las que han permitido al hombre que viva,
si es que en realidad ha vivido.
Nadie, sin embargo, ha sobrevivido.


Es posible arreglar las jubilaciones,
pero las resignaciones se arreglan sin nadie.
Alivian poco a poco y sin cesar todas las instituciones
de las obligaciones y de las opiniones.
Y el ocaso sonríe.


(Trad. de Ocatvio Paz)


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